martes, 13 de diciembre de 2011

El tono de quien te lo diga

Dicen que para dar consejos hay que tener tanta docilidad para darlos como para recibirlos y no hay nada más cierto que eso; hay personas que tienen lo que yo llamó el síndrome Marge Simpson, que aunque sus consejos y advertencias, aunque bien intencionadas, suenan a regaño o a recriminación. Lo peor es que nunca se dan cuenta de eso y van por la vida tratando de ayudar al prójimo sin que este se los pida, son lo que los americanos llaman goody two shoes y nosotros llamamos... bueno no los llamamos de una manera específica, yo los llamaría redentores de tiempo completo.

Lo malo de los redentores es que acaban crucificados, en este caso, la gente los ve como una molestia necesaria, quizás porque es de la familia, quizás porque es un amigo y con todo, se le estima. Pero nadie, absolutamente nadie tiene el valor para decirles que si uno quisiera que lo regañaran, iría con la tía amargadita y el que lo intente siquiera sugerir, se enfrentará al ya conocido y recurrido "es que lo hago por tu bien y me preocupo por ti".

Lo peor es que el tono regañoncito lo tienen tan impregnado que hasta cuando te dan los buenos días sientes que te regañan.

Sigo desarrolando estrategias para combatir a estas personas.

2 comentarios:

Hluot Firthunands dijo...

A veces importa más la forma en que se transmite el mensaje que el mensaje en sí. En esos casos prefiero ignorar los consejos; nunca he tenido problemas para dejar claro que no quiero volver a oir consejos no solicitados. Creo que no todas las personas tienen esa habilidad.

Kishiria dijo...

Creo que el ser directos al expresar que no queremos consejos es una de las cosas más difíciles de hacer-

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