Los humanos tenemos mala memoria, los citadinos aún más. El sismo
de el pasado mes de septiembre nos refrescó la memoria dolorosamente.
Llevamos décadas de crear conciencia de los terremotos, de
practicar simulacros y ver como estos caían en saco roto, uno pensaría que las
personas de 20 años ya tienen una cultura inculcada desde la escuela.
Tristemente me di cuenta que no fue así. Ese día sonó la
alarma de simulacro y nadie se movió de su lugar, nadie hizo caso, teníamos
mucho trabajo y los jefes no dijeron nada.
Luego, el temblor, estaba entonces en una oficina en el 9º piso
de un edificio de 17, algunos corrieron, yo detuve a los otros que iban hacia
las escaleras y les expliqué que estábamos en un área segura, en la estructura
reforzada que rodea los ascensores y que las escaleras son el área de mayor
riesgo. Luego bajamos las escaleras y pudimos ver desprendimientos de mampostería,
una chica iba grabando con su celular y haciendo más lento el descenso… se le
indicó que se apresurara.
Luego una hora de espera durante la revisión, mentalmente
agradecí los cursos de protección civil que me dieron en una empresa en la que
trabajé. Fui parte de los que subimos a recuperar las cosas de los demás y a
revisar y trazar planes de contingencia.
Luego la larga caminata a casa, viendo algunos daños en
edificios, cristales rotos, fugas de gas, iba con una compañera de trabajo,
compartiéndole datos para comunicarse con la familia y yo viendo como la batería
se agotaba (desde entonces tengo una especie de fobia a que el teléfono esté
descargado y cargo con 2 baterías portátiles de alto rendimiento). Por fortuna
tanto mi trabajo como mi hogar estaban en una zona en la que no hubo derrumbes,
muchos no tuvieron esa suerte.
Los daños en mi hogar fueron inexistentes, aunque la sala
estaba llena de los restos de copas y vasos rotos, tuve suerte, la luz tardó en
regresar 4 horas (en otras zonas tardó días).
La agencia en la que estaba trabajando solo nos dieron home
office el día siguiente y estuvimos trabajando en las redes sociales casi normalmente,
nos sumamos al silencio radial y publicamos solo materiales relevantes: teléfonos
de emergencia e instrucciones de seguridad, decidí apartarme de los consejos habituales
que inundaban la red y crear contenidos nuevos como “Tu celular es tu mejor
herramienta en una emergencia, aquí te decimos como usarlo” o “Crea una mochila
de emergencia” o compartir los links de protección civil para crear un plan
familiar de contingencias. Puse también mi granito de arena para aconsejar,
esta vez desde una manera personal como distinguir un mensaje falso de
emergencia en redes y como dar una alerta de manera apropiada. Uno de los
principales influencers que se volvieron muy activos para canalizar ayuda leyó
mi post (que también publiqué aquí) y comenzó a usar esos guidelines.
Es en este punto en el que me siento especialmente
frustrada, como parte de la gente que trabaja en redes sociales, inteligencia
digital y community management, pudimos hacer más, mucho más, verdaderas
unidades de verificación y difusión, pero no, estábamos atrapados por el día a
día y porque las planificaciones, los reportes y los contenidos se tienen que
entregar, aunque el cliente mismo tenga otras cosas en mente. Los communitys jr
se fueron de brigadistas en vez de hacer home office y fueron muy regañados por
ello.
Mucho se habla de la generación Millenial, que no se
esfuerza, que no hace nada, nos silenciaron a todos, formaron parte de los
brigadistas más activos en todos los rubros que se necesitaron.
Una cosa que me sigue perturbando es el hecho de que nadie
sabía qué hacer, como evacuar el edificio o que zonas son las más seguras, los
días siguientes los compañeros me comentaron que no sabían qué hacer y que si
no les hubiera dado instrucciones se habrían lanzado como cabras locas por las
escaleras.
Y se supone que en las escuelas se enseña qué hacer en estos
casos, o mis coworkers pasaron de noche o realmente no sé qué pasó.
A fin de cuentas, seguimos sin aprender.
2 comentarios:
Bueno, es algo sabido que ante el peligro dejamos de razonar.
No creo que sea los resultados de los simulacros sean malos, lo que pasa es que lograr que l s personas actúen correctamente en situaciones de riesgo requiere de un entrenamiento mucho más intenso. Lo digo por experiencia, los cursos de seguridad industrial dan resultados después de varios intentos y por eso deben ser continuos.
Lo bueno es que no tuviste que lamentar pérdidas humanas, por acá tampoco.
En efecto y se supone que es algo que ven en la escuela pero seguro pasó de noche
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