Nuestra historia de hoy tiene lugar en Seattle, una mujer se
encontró con que abrieron su auto y le robaron sus zapatos para correr y sus
lentes oscuros… pero los ladrones le habían dejado algo: el teléfono celular de
uno de ellos; tras investigar el celular y pensar un rato las cosas, la víctima
del robo, decidió llamar a la mamá del dueño del celular (sí, había un contacto
que se llamaba así: “Mom” por cierto, no lo hagan es un error de seguridad) y
le explicó la situación a la mamá de quien la robó, la señora estalló en
lágrimas, pero la citó al día siguiente en su casa.
Al día siguiente, la víctima del robo acudió y conoció a los
ladrones: el hijo de la señora y un amigo, ambos no tenían más de 19 años y
tenían cara de haber llorado; los regañaron más y decidieron que no se les
denunciaría, pero que los jovenzuelos tendrían que devolver lo robado a sus
dueños y pedir disculpas a cada uno de ellos (10 en total).
Por fortuna, ninguno de ellos decidió levantar cargos, ya
que estuvieron de acuerdo que a la larga, un expediente policial podría ser
perjudicial para ellos. Eso no quita que hayan quedado castigados por lo menos
hasta que tengan 30 años.
2 comentarios:
¡Orele! Creo que esa lección les va a servir más que 3 años en el reclusorio de menores.
Qué buena decisión la de la señora.
Es que no hubieran ido a dar al reclusorio de menores, tenían 19 años, se hubieran ido derechito a la cárcel para adultos
Que bueno que la afectada decidió llevar el asunto a una autoridad mayor y no arruinarles la vida
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