martes, 17 de abril de 2012

El síndrome de la estrellita en la frente

El kinder es una de nuestras primeras experiencias sociales, que nos preparan para la vida laboral y adulta. Aprendemos a convivir, a trabajar y la disciplina, en todos los sentidos.

Una de las características más importantes de este aprendizaje, son las recompensas, los dulces, las estampitas en el cuaderno y la estrellita en la frente.

En ese momento adquirimos una idea o reflejo condicionado que estará con nosotros toda la vida: el trabajo bien hecho tiene una recompensa.

El mismo paso por el sistema escolar nos demuestra amargamente que no es cierto, más adelante el estudiar mucho te vuelve " el matadito" o te hace acreedor a motes peores.

La vida laboral se vuelve peor, el trabajar rápida y eficazmente hace que no solo hagas tu trabajo, sino el de tus compañeros más lentos o te das cuenta, dolorosamente que el coworker lambiscón se lleva los ascensos.

Rara vez te felicitarán los jefes por un trabajo bien hecho y en ocasiones no te quedará de otra que cacarear el huevo aunque sea para que recuerden quien hace cierta parte del proceso, recordando que a la gallina que cacarea le quitan el huevo.

Es uno de los aprendizajes de la vida adulta.

Pero ¿qué pasa con el niño interior? Que juega a ser adulto y extraña su estrellita en la frente o su recompensa? Se frustra, se enoja o se deprime, llevando al adulto a la queja "nadie aprecia lo que hago" y eso lleva a muchas depresiones de la vida adulta.

Creo que es importante consentir al niño interior, comprarle un helado o darle algo que le gusta, a veces, llegar al extremo de ir a la papelería y comprar estrellitas y ponérselas en la frente.

2 comentarios:

Hluot Firthunands dijo...

Creo que mi experiencia ha sido un poco diferente.

Sí he tenido que soportar a un par de lambiscones, pero los jefes los detectaron despues de un tiempo (con ayuda de varios de nosotros) y los pusieron en su lugar. Poco despues renunciaron.

Tambien he tenido un par de problemas con plagios y robo de ideas, pero en mi trabajo pocas veces un ladron de ideas puede desarrollarla y defenderla en una junta, así que generalmente la gente termina dandose cuenta quienes son los que generan las ideas.

Además, tenemos la ventaja de que entre más especializados estamos, más dificil es conseguir alguien que nos reemplace; si no nos pagan lo justo nos vamos y a ver quien les hace el trabajo.

Aun así a veces me premio con un buen libro por un trabajo bien realizado.

Algunos amigos de letras y de humanidades sí tienen problemas para defender su trabajo.

Kishiria dijo...

Es cierto, depende mucho de la carrera, pero, lo importante aquí es tener recompensado al niño interior

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