miércoles, 26 de enero de 2011

El Asesino de Akihabara

En Junio del 2008 un trabajador Japonés de 26 años de nombre Tomohiro Kato tuvo un pésimo día, al llegar a la planta de ensamblaje en la que trabajaba como empleado temporal se enteró que la empresa iba a prescindir de los servicios de un buen número de trabajadores, empezando con los temporales, al llegar a los lockers se encontró con que sus ropas de trabajo habían desaparecido (más tarde se revelaría que otro empleado las tomó por error) y lo tomó como una indirecta muy ruda de que la empresa lo planeaba despedir; furioso, salió de la fábrica y convencido de que el mundo lo odiaba, decidió tomar venganza.

Tomohiro es uno de tantos japoneses que forman parte de la generación perdida, mismos que por motivos de crisis no fueron empleados por las grandes compañías tras graduarse, teniendo que subsistir con empleos malpagados, de medio tiempo y temporales, que los condenarían a una vida de pobreza y a ser la deshonra de sus familias. Tomohiro subsistía a duras penas con su empleo temporal, pagando renta de un departamento minúsculo y sin lujos, salvo un teléfono celular con Internet en el que posteaba en un tablero de mensajes, tratando de aliviar su soledad; ese día, traicionado por la empresa a la que trabajaba y por el mismo tablero de mensajes, comenzó a anunciar sus planes, anunció que mataría, dando la hora y el lugar, varias veces, muy pocos prestaron atención, algunos dudaron, algunos lo tomaron a broma.

Con lo que le quedaba de dinero alquiló un camión de 2 toneladas, compró algunas navajas y manejó hasta la popular y concurrida área de Akihabara hasta la calle principal, en donde atropelló a los transeuntes, acto seguido se bajó y comenzó a apuñalar a sus víctimas, matando a 7 e hiriendo a 10, fue detenido por un policía desarmado.

La masacre de Akihabara fue una tragedia nacional y puso el dedo en la llaga de la situación de la generación perdida y la situación laboral de muchas personas; de manera individual, Kato integró la lista de los peores asesinos japoneses.

El año pasado inició el juicio, que lleva 28 sesiones y más de 40 testigos al estrado; tras un examen psiquiátrico se llegó a la conclusión de que Kato no sufre ninguna enfermedad mental y es completamente consciente de sus actos; tanto los fiscales, como las víctimas, piden la pena de muerte, que se administra en Japón por medio de la horca.

Un caso que nos demuestra como un mal día puede convertir a una víctima em victimario.

La nota, aquí.

2 comentarios:

Hluot Firthunands dijo...

Si cambias el nombre del pais y de la persona, puedes jurar que se trata de un pais islamico fundamentalista o un pais de Africa.

Creo que la glovalización logró que los paices ya no sean ricos o pobres, solo hay clases sociales ricas y pequeñas y clases sociales pobres y grandes.

Tambien creo que Kato debe responder por sus actos, pero los culpables de la generación perdida tambien deberian de estar en el banquillo.

Kishiria dijo...

Sin duda es un caso muy terrible, pues define la situaciòn de una generaciòn que no tenía la culpa de nada y que las pagó todas

La culpa de esta generaciòn se remonta a la economìa de esfera de los 90. los pequeños dragones asiáticos contra el mundo

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