martes, 14 de septiembre de 2010

Patanerías crediticias

Una compañera de trabajo, abogada corporativa, me comentaba que uno de sus trabajos anteriores le tocó ser abogada de despacho de cuentas por cobrar (si, ese ente que te comienza a llamar cuando dejas de hacer un pago o dos de tu tarjeta de crédito) y tiene una serie de anécdotas al respecto de lo más interesantes:

1.- Una de las normas era no tener más que lo esencial sobre los escritorios: ni adornos, ni lapiceros y mucho menos, retratos familiares; esto debido a que las personas que acuden a arreglar sus adeudos si no obtienen el resultado esperado suelen ponerse muy violentas y arrojarle las cosas a quien los atiende, en peores casos amenazan a la familia, es por ello que no se aconseja tener fotos familiares.

2.- uno de los casos más pataneriles fue cuando debió viajar a Oaxaca, para iniciar el procedimiento de embargo a una casa que en expediente y fotografías se veía como una casa de interés social y que en realidad era una pobre choza en un barrio muy pobre, al tocar la puerta acudió una ancianita con 2 niños pequeños (seguro sus nietos) y al indagar resultó que la señora era la madre del cliente moroso que había dado como aval para la compra de un auto la choza de su madre, mi conocida, consternada, le habló al fulano para preguntarle sobre por qué la casa era distinta y en esas el fulano le dijo “ay pues no tengo para pagar el auto así que embárguele a mi madre, al fin y al cabo ya le falta poco para morirse”, atónita, mi conocida suspendió el proceso de embargo y se aseguró de quitarle al mal hijo ese el auto, sin dañar la propiedad de la madre. Ser o tener un hijo así, que gacho…

3.- en otra ocasión, allá por los rumbos del estado de México, acompañó a una funcionaria de tribunales a un embargo, el lugar a embargar era un rancho perdido en medio de la nada y cuando llegaron a notificar, salieron el dueño del rancho y los dos hijos con machetes en mano cada uno; ante esta escena, el taxista que las llevó que según esto también fungía como su guardaespaldas, corrió y se refugió en el taxi poniéndole seguros, dejando, valientemente, a las dos mujeres a merced de los rancheros; mi amiga, asustada, se sorprendió al ver a la funcionaria de tribunales, una mujer pequeñita y delicada, que levantó la voz diciéndoles “yo solo hago mi trabajo, no se desquiten conmigo por que ustedes no pagaron su préstamo” afortunadamente los rancheros entendieron la situación y las dejaron ir.

Después de esa experiencia y al darse cuenta del peligro en que estuvo de aparecer en una zanja, mi conocida decidió cambiar de aires y dedicarse al ejercicio de las leyes corporativo.

4 comentarios:

Hluot Firthunands dijo...

Eso de no tener nada en el escritorio es buena regla, aunque no tengas visitantes que avienten cosas.

Que bueno que le quitó al desgraciado aquel el carro y dejó a la señora con su jacalito.

Y bueno, a final de cuentas el taxista no tenia vela en el entierro.

Que bueno que la abogada cambio de aires.

Kishiria dijo...

Eyt, muy interesantes las anécdotas de esta conocida y la verdad el tipo del carro... que poca madre de hacerle eso a su madre.

Hluot Firthunands dijo...

¿Poca madre? Ausencia total, diria yo.

Kishiria dijo...

bueno, la prueba de ello es que la señora estaba ahí, pero si, el timpo no tiene nada que se le parezca a ... madre

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